El viejo de presencia noble, flojo y panzón, piel blanca, ojos azules y escasa melena canosa, en realidad dista bastante del joven apuesto que recordaba lleno de entusiasmo y chistes cuando era novio de su hermana la mayor, un buen puñado de años atrás.
Entonces en el pueblo era un inmejorable prospecto de marido. Nada menos que un médico recién graduado en la UNAN de León en el seno de un pueblo cuasi analfabeto y donde los niños y los adultos mayores son salvajemente golpeados por la desnutrición y la disentería. Pero su hermana lo había mandado al carajo porque la desubicaba no saber, con él, cuando las cosas eran verdad o eran chiste. Su hermana que desde entonces ha sido una mujer de una sola y buena pieza y que, para su edad entonces, tenía prestigio de demasiado seria.