Sacerdotisa por derecho propio
yo bendigo las flores,
los pinares,
las gentes,
mi sonrisa lejana,
los hijos, las hermanas, las amigas, los libros,
y labro mi pequeño destino
como los campesinos
los surcos de la tierra:
pleno sol, plena lluvia,
plenos los pies llagados,
plenas las manos rudas.