No fui a la Habana para analizar la situación y juzgarla. Esa realidad en la que viven un poco más de dos millones de personas, requiere más que yo misma para eso. Sólo registro mis cortos pasos por el mundo y esas oraciones exclamativas, frases hímnicas que surgen de mi asombro y del respeto que me producen sus gentes.
Pinceladas de la Habana
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