Nací en Juigalpa, Chontales, Nicaragua.  Viví en Nicaragua (Rivas, Chinandega, Managua), México (D.F, Guadalajara y Oaxaca) y en San José de Costa Rica.   Me marca el paisaje de horizonte de mi primera infancia, frente al lago Cocibolca, sus vaivenes, sus volcanes.  La vida que saltaba en las ranas o mostraba su elegancia en una garza.   La personalidad brillante y bondadosa de mi madre, la elegancia y honestidad de mi padre.   Soy poeta y bibliotecaria y, a veces, viceversa.

Encontré este texto del entrañable Eduardo Galeano, se llama «Alma al aire»;  me expresa con alegría y nostalgia de mí misma y de los otros y las otras.

Según dicen algunas antiguas tradiciones, el árbol de la vida crece al revés. El tronco y las ramas hacia abajo, las raíces hacia arriba. La copa se hunde en la tierra, las raíces miran al cielo. No ofrece sus frutos, sino su origen. No esconde bajo tierra lo más entrañable, lo más vulnerable, sino que lo arriesga a la intemperie: entrega sus raíces, en carne viva, a los vientos del mundo.

                –son cosas de la vida –dice el árbol de la vida.