Entre las varias obras que he leído de Rosa Montero, ésta, El peligro de estar cuerda la encuentro danzante, suelta, libre, generosa, compasiva.
Este libro se instaló en un rincón de mi alma donde tengo la pena que me dejó tu adiós como huerfanito buscando mi calor o como protector de mi orfandad, porque no es claro si me necesita o si lo necesito, pero, en cualquier caso, parece decirme: aquí estaré. Es un libro que abraza y se deja abrazar.