Para mis hijos Juan Luis y Enrique. Recuerdo de la casa en San Antonio de Coronado, 1995.

Dormí pequeño gigante
de las lecciones de hoy,
genio dibujador de ángulos rectos y agudos,
de circunferencias y tangentes,
preguntador inoportuno
de una matemática que nunca entendí,
desordenador de todos los órdenes
y haragán de todas las perezas.
Chiquillo insoportable,
loro repetidor de frases trilladas,
ocupante absoluto de mi cama
de donde en este momento
me desplazas,
inventor de una gramática
que tu mamá celebra
y la maestra aplaza.