Niño de cristal

ninodecristal1Esa callecita de Desamparados de Alajuela que lleva hasta el Colegio de Licenciados y Profesores, está incómoda y preciosa. Toda verdecita en este tiempo. Fácilmente se identifican mangos, naranjas, mandarinas y jocotes tronadores que dan a la calle desde los patios de las casas a derecha e izquierda, por supuesto inalcanzables desde la ventana del taxi de don Antonio, como también debe ser inalcanzable sentir seguridad peatonal pues no hay veredas, y los vehículos que van y vienen, tienen que parar ante una mujer caminando o un deportista ya demorado a las 8 de la mañana.

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El sol que se esconde en Matagalpa

Nunca vi un crepúsculo tan rojo como ese cuando regresaba de Matagalpa hacia Managua.   Me conmocionan, desde que tengo uso de razón, los atardeceres.  Y ese fue espectacular.   Es ese diario y justo momento en que nazco y muero.  Entonces no sé quién soy y me abrazo.  Los atardeceres no se pueden poseer y tienen un modo de quedarse conmigo que me provoca un sentimiento de unidad, pérdida de conciencia o todo lo contrario, un instante de identidad con algo, vago y a la vez cognoscible como nube, pájaro, caracol, hijo, viento, árbol, libro, luz, pedacito de piedra, organización de mujeres, hoja, amante, playa, olla tiznada, incienso, beso, hija, madre, padre, multitud, abandono, esquina.  Una esquina cualquiera para mirar desde su vértice.  La vida.

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