Quería hacer un reseña y resultó un poema, o parecido. Es mi modo de decir GRACIAS por el libro En busca de Venus: el arte de medir el cielo, de Andrea Wulf (Taurus, 2012) que recién termino de leer.
El mundo ardía
henchido de preguntas
y Venus
parecía ofrecer
una respuesta.
Francia, Gran Bretaña,
Suecia, Alemania, Italia,
Rusia, Canadá
y hasta Estados Unidos
orquestaron esta primera
acción global
en nombre de la ciencia.
Halley lo había dicho mucho antes:
en 1761 y 1769 habrá una cita cósmica.
Luego…
El sol en su bullir ¡esperará 100 años!
250 astrónomos en barcos,
buques de guerra,
botes improvisados,
trineos jalados por perros,
carros de caballos;
llegaron a 130 lugares
en andanzas de décadas,
para algunos, de años,
y para otros con suerte, algunos meses
anteriores al tránsito.
Lidiando con las nubes
y los vientos,
esos científicos brillantes,
explosivos, meticulosos,
neuróticos del orden,
los más pocos
y borrachos, la mayoría,
llegaron donde terminan
los caminos
a montar telescopios
en ariscas montañas.
Y todo porque Venus
al pasar por el Sol permitiría
ver su danza colosal de gota negra
que titubea un poco, o lo parece,
Es el siglo XVIII.
Regresaron viejos, enfermos,
algunos ya olvidados,
con sacos de preguntas
y apuntes con sus cálculos.
La ciencia es,
digo en mi silencio,
un puñado de acciones inauditas
para avanzar en medio de la Nada….
tanteando apenas algo de ese Todo.
¡Y engalana la conciencia humana
de proezas rotundas,
estelares encuentros,
caprichos celestiales
que le prestan
su inherente grandeza
a nuestros pasos!