Como un leño

Poema escrito a mi papá (1920-1994) en 1996

padreHan pasado los días
como si fueran noches
y yo sólo buscando
hacia dónde te fuiste,
en qué lugar
te encontraré de nuevo.

Tus brazos bien dispuestos al abrazo,
las guayabas maduras
de tu patio
y la camisa blanca
tan digna de tu estampa,
son tesoros de nadie
que eran míos
y se fueron con vos hacia la nada, 
o hacia todo
lo que yo no entendía. 

Me costó acomodarte aquí,
en mi pecho,
al sur de mi mentón,
un poquito a la izquierda,
en ese territorio
de bombos y tambores,
que la vida me dio
para quererte
y que vivas tranquilo,
igual que en casa propia
hasta mi muerte.

Tu nueva dirección
será mi corazón,
llegó escrita al buzón 
que me dejó tu ausencia,
apoltrónate ahí 
y sigue tus rutinas 
de vejete gruñón
interrumpidas, a veces,
por mis impertinencias.

Acepto tu dimensión de astro
que me hace universo
y siento en cada gen
tu rúbrica de amor
con tus errores,
tus pasos caminados,
tus aciertos.

Sos buena compañía,
guiñémonos un ojo,
conspiremos un rato,
hasta que, como vos, 
arda yo como un leño
en el fuego que quema.

Como ofrendas


Vengo del abrazo
de un hombre y una mujer
a sus treinta y pico enamorados.

El espermatozoide de ese vaqueano guapo, 
altivo, sano y bohemio 
se fusionó con el óvulo de una mujer iconoclasta, 
autodidacta, soñadora, laica.

Y nací.

Los dos protagonistas 
de esa cópula, mi cópula, 
delicioso proemio de mi vida, 
quedaron unidos por las montañas 
de su común pueblo natal, 
las rencillas familiares, 
la guerra civil primero, 
la insurrección popular después, 
los hijos, las hijas, 
los silencios y las despedidas
las necesidades y el amor.

Fueron honrados en medio de ladrones, 
íntegros en la fragmentación, 
limpios en la mugre,
disciplinados en la anarquía.  

Mi padre aportó camisas blancas mangas largas,
al paisaje de sucios y derrotados
y mi madre opuso veladas darianas
a las tardes de toques de queda.

Extendieron a su tiempo 
miradas de horizonte, 
y ambos dieron su rabia ante lo injusto
y su aprecio por todas las personas
como ofrendas para cambiar el mundo.

No hay ayeres ni mañanas,
ni vigilias ni sueños
que estén lejos de ellos.