Aviso no clasificado: ¡busco una casa!

Estas líneas, escritas el jueves 7 de noviembre de 1991, fueron un presagio de la casa de San Antonio de Coronado que compramos en octubre de 1996.

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https://youtu.be/kABmIWpnNzc?t=95

Mediana como mi ambición y estatura, busco una casa.  Con tres dormitorios porque somos tres quienes la necesitamos, una cochera para el carro que nos acerca amistades y paisajes, un jardín con flores para que, como el Principito, cada uno pueda regar su flor preferida, un patio para mis hijos, una sala-comedor-cocina para gozarnos en trío o con amigos.

No será difícil encontrarla porque no es extravagante y ni siquiera original la vivienda que busco.  No hace falta que tenga anchos corredores para mecer recuerdos en hamacas o techo de tejas que absorba el agua que moja y que bendice, como correspondería a mi idiosincrasia nicaragüense; tampoco distintos niveles y pisos como la construye la fantasía de mis hijos; ni figuran en mis requerimientos comodidades burguesas o excentricidades de artistas. Apenas la quiero clara, apenas la quiero lúcida, apenas la quiero blanca.

Que sea cuadradita: que cada ambiente perfile sus ángulos como cajitas de fósforos en armonía y sus paredes se dejen escalar por mi mirada, pensamientos, deseos y, por supuesto, por la risa de mis hijos.  Que el cielo raso me permita imaginar las estrellas de noche o la gestación de las gotitas de agua en el día y, finalmente, que los grillos nocturnos puedan encontrar asilo en sus esquinas.

Quiero una casa donde quepan mis susurros y mi amor se queme como incienso en los rincones.  Una casa que conozca del poema que no escribo, del dolor que no lloro, de las miradas que no apago.  En armonía con palabras como MUSICA, CIELO, POESIA, CARACOLES, LIBELULA, VIDA.  Y con rincones como PATRIA, AMIGA, HIJO, MADRE, PADRE, HERMANA, HERMANO, AMANTE.

Pero mi mayor requerimiento es que tenga una sola ancha y alta puerta de entrada -como la del Paraíso- que pueda ser abierta con una sola grande y negra llave -como la de San Pedro-.   En fin, una casa que no quiero habitar para dejarla ser ella quien me habite.

https://youtu.be/kABmIWpnNzc?t=95

Mangos

Otro gran recuerdo de la casa de San Antonio de Coronado....
escrito el domingo 30 de marzo de 2008

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https://youtu.be/kABmIWpnNzc?t=95

Los mangos que compré en la feria del agricultor están en la mesa del comedor, en la cocina, en la sala, en mi pupila, en mi olfato y en mi paladar.  Es su luz la que se mezcla con la luz del sol y, juntas, esparcen calor y color por toda la casa.  Parece un sueño, por frugal, gratuita.  Este domingo vibra matices de mangos y se llama Mango. Le pongo nombre, está recién nacido.  Domingo-mango.  

Mangos para mis hijos, mangos para mi vecina, mangos para mi amiga, mangos para compañeras de trabajo.  Ya está en la refri un pichel de jugo de mangos maduros y, sobre la estufa, un arroz con pedacitos de mangos celeques.  La ensalada de lechuga romana salpicada de trocitos de mangos verdes y cebolla morada estará gloriosa en este almuerzo. 

Las chinas rojas del patio y las lizmaquias amarillas que cuelgan arriba del fregadero, no se quedaron atrás y, furibundas y delicadas, lucen colores de mangos.   

Tengo preparada comida básica para toda la semana: picadillo de ayote al ajillo, pollo al romero y unos filetes de corvineta que dejé en limón y vino para comerlos al medio día de cualquier día.   Los frijolitos no faltarán esta próxima semana, desde hace dos horas están chirreando en la olla de cocimiento lento.  Seguro haré un gallopinto de esos que gritan que mis hijos están bien, que la amistad es una bendición, que las personas somos buenas, que la mentira no prospera, que el odio está arrinconado y que la pobreza es una historia extraña. Y cada día habrá un mango maduro esperando recibir honores de postre.

Hoy quiero todo junto a estos mangos.  Es decir, quiero la hiedra, quiero a la hormiga, quiero al viento, quiero un beso.  Hoy me encanta el soliloquio de Segismundo que aprendí en mi colegio: ¿Qué es la vida? Un frenesí / ¿Qué es la vida? Una ilusión / una sombra, una ficción, / y el mayor bien es pequeño; / que toda la vida es sueño, / y los sueños, sueños son.

En fin, retomo mi trabajo este domingo mango, y puede que salga de mi fantasía cuando empiece a dolerme la cintura por tanto tiempo en la computadora.