Nada debo temer,
me digo cuando temo,
mucho ha pasado
y he pasado por ello
a veces, sin querer.
Estoy aquí porque la vida quiere
inundar de luz nueva mi mirada,
darme el alzar los pies,
primero uno, para luego el otro,
hasta formar mis pasos
que, alegres o cansados,
se arriesgan al camino
que por fin develé
tiene la forma
de un signo
de interrogación cerrado
con su punto final
ilimitado.
