
Revolotean abejas
que construyen en mi cabeza
su colmena,
hilos de oscuridad y luz
que entreverados
hacen de mi cerebro
una madeja.
Se deslizan,
se entrecruzan, bullean.
Vuelven. Están.Van.
Ya vienen.
Son murmullos del yo
junto a zumbidos
de lo que pasó
y gritos sordos
de lo sucedido.
Y atiendo la estridencia
empujándolos
hacia el despeñadero
de insondable silencio
de la materia oscura
que habita por mi cuerpo.