Nada debo temer, me digo cuando temo, mucho ha pasado y he pasado por ello a veces, sin querer.
Estoy aquí porque la vida quiere inundar de luz nueva mi mirada, darme el alzar los pies, primero uno, para luego el otro, hasta formar mis pasos que, alegres o cansados, se arriesgan al camino que por fin develé tiene la forma de un signo de interrogación cerrado con su punto final ilimitado.