Poema escrito en 1992. Visité la tumba de mi madre el 18 de agosto 2025. Sobre ella el árbol de mango mechudo sigue dando frutos y sombra....
Hace poco te ví,
estabas en plena
temporada.
Sin tapujos…
¡te veías pijudo!
Yo estaba con un grupo pequeño,
cuatro o cinco personas,
junto a mi madre muerta
y unos ramos de flores.
Los rezos de mi tía
me llegaban a mí
desde tus ramas
como canciones raras,
contándome ese cuento
musical de un tiempo
que ha de llegar mañana.
No sabemos si pronto.
Me consolaste con tu frondosidad
y ese tu mundo expuesto de colores
de evidentes sabores:
el verde con el ácido,
amarillo agridulce
y aquel intenso anaranjado miel,
no miel de palo, sino miel,
miel de mango mechudo.
Todo renace en vos
y junto a vos,
es tu tiempo de hojas extendidas
y profundas raíces
en el que hoy mi madre
es la anfitriona
que reparte tus mangos
debajo de tu sombra.