Quedé tan desprotegida
protegida por la ley.
Mi papá aprendió a cambiar
mis pañales cuando nací
y me hacía de comer.
En los parques jugaba conmigo.
Cumplí mis 3 años, feliz, a su lado.
La ley no le obligaba a ser así,
lo hacía porque me amaba.
Un día mamá y él pelearon.
Mi mamá lloró, habló mal de él,
y a mí me poseyó como moneda de cambio.
Si mi papá no le daba dinero,
yo no debía verle, ni gozar su abrazo.
Mi papá no tenía dinero,
no era un buen proveedor,
ni siquiera un proveedor.
El quería darme amor,
hablarme de los árboles,
hacerme fiestas de disfrases,
leerme libros….
pero eso no interesaba
ni a mi mamá,
ni a la ley.
Si mi mamá hubiera leído
mi deseo en mis ojos,
en mis llantos,
en mis rabietas…
me hubiera dejado con él,
pero ella no conoció la felicidad
de una niña con papá
y no podía comprenderme.
Y quedé desprotegida
protegida por la ley.