Alquimia de la lectura

A mi mamá, que me enseñó a leer

Me empapo de palabras
necesarias como las sillas
y santas como esas nubes
que transitan mi vida.

Y pronto la lectura
se me hace ventana
por la que el mundo entero
entra por la mañana
y deja a su infortunio
reposar en mi almohada.

Otras veces el texto
es sagrario, iglesita y campana
y vibra con el viento
que distrae al silencio.

¡Y las letras del libro
entonces son sagradas!

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