Con la lluvia y la tarde
yo te amo, tierrita
donde encuentro el lugar
de mis pasos,
donde alcanza mi sombra,
mi origen de semilla,
mi destino de fruta,
mi vanidad de flor.
Planeta querendón
de mandarinas y lechugas
que en mi mesa
se vuelven alimento,
gracia y celebración.
Pelotita de mis andanzas
perdida en la iglesia del cosmos
como yo en esta ausencia,
esta angustia,
esta espera.
Te encontrás
agitado y terroso,
vos en la Vía Láctea,
yo en este templo
agrietado de mi cuerpo
y mi lágrima.
Recorro tus caminos
tan llenos de semillas
y fulgurantes ríos
que provocan cosquillas
en mis pies.
Y en redondo ajetreo
me haces mujer-árbol de laurel,
chilamate, jocote, nancite,
guayaba
con alborotos de ardillas,
discursos de chocoyos,
nidos de macuá
y colmenas de abejas
entre mis ramas.
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