De la mano

A propósito de las tribus significativas....
Por la vida, de la mano,
con fuerza nos agarramos.
Para no perder el rumbo
que mil voces infantiles
están gritando de abajo.

Los que tenemos el alma
como potreros sagrados
avanzar necesitamos
agarrados de la mano.

Los que lucimos los ojos
como si fueran ventanas,
sabemos que es de la mano
que veremos la mañana.

Los que llevamos la piel
como se lleva una sábana
se la damos al hermano
cuando se quedó sin nada.

Los que adoramos al sol
por tanto que nos ha dado,
recibimos, agarrados,
su cálida luz dorada.

Y por eso, de la mano,
conversamos
y comemos y cantamos,
y es esa nuestra manera
de decir que nos amamos.

A un árbol de mango mechudo (1992)

Poema escrito en 1992. Visité la tumba de mi madre el 18 de agosto 2025.  Sobre ella el árbol de mango mechudo sigue dando frutos y sombra....
Hace poco te ví,
estabas en plena
temporada.
Sin tapujos…
¡te veías pijudo!
 
Yo estaba con un grupo pequeño,
cuatro o cinco personas,
junto a mi madre muerta
y unos ramos de flores.
 
Los rezos de mi tía
me llegaban a mí
desde tus ramas
como canciones raras,
contándome ese cuento
musical de un tiempo
que ha de llegar mañana.
No sabemos si pronto.
 
Me consolaste con tu frondosidad
y ese tu mundo expuesto de colores
de evidentes sabores:
el verde con el ácido,
amarillo agridulce
y aquel intenso anaranjado miel,
no miel de palo, sino miel,
miel de mango mechudo.
 
Todo renace en vos
y junto a vos,
es tu tiempo de hojas extendidas
y profundas raíces
en el que hoy mi madre
es la anfitriona
que reparte tus mangos
debajo de tu sombra.