A Chinandega, que se hizo mi ciudad ya para siempre
Conozco la intemperie de tu tristeza pobre, el llanto de tus niños, la basura, y el rubor encendido de los grandes malinches que custodian tu entrada es vergüenza de flores que anuncian muchas vainas.
Conozco la intemperie
de tu tristeza pobre,
el llanto de tus niños,
la basura,
y el rubor encendido
de los grandes malinches
que custodian tu entrada
es vergüenza de flores
que anuncian
muchas vainas.
Un día de agosto y lluvia apareció en mi jardín. Feo como todo sapo, y grande. Es un feo bello, dije, aunque quería decir solamente ¡es bello! El sapo comenzó a habitar la casa sin aspavientos, como si fuera oriundo del pequeño patio. ¿De dónde vendría? Las opiniones divergían al respecto, pero eso no viene al cuento.