La vida no da visos
de dar tregua,
como enemiga
con escaso cerebro,
y perpetúa noches
de erráticas señales,
me confunde los códigos,
desea que me pierda.
Mi estrategia,
elemental, constante y suave
como el paso del tiempo,
la vuelta del invierno,
la casa de la araña
o el coito de unos perros,
¡es llegar a una flor
desprendida de todos sus enredos!
Huelo y toco su alma
de semilla-raíz-tallo-belleza,
cerradita o abierta,
impúdica, liviana, obscena,
y me convierto
en ligereza tibia,
gatita acurrucada,
callada despreocupación
para nada académica.
¡Que no hay flor
con existencia seria!