
Solo hoy, amemos:
si estamos felices, por supuesto;
y oportuno, si la desazón
nos parte el alma.
Amemos a nuestros hijos e hijas, maridos, madres, padres,
hermanos, hermanas, amigas, amigos, vecinas, vecinos….
¿Y por qué no a la araña, la lombriz, la cuchara?
Juntemos palabras de aliento
a modo de ramas
que dan forma al nido de la maicerita.
Sólo cálidas y bellas,
las palabras….
sólo buenas, resistentes,
las ramas del nidito cercano.
Bendigamos tener qué compartir:
el cielo nuestro,
las manos nuestras
los hijos nuestros
los platos nuestros
y compartamos…..
en este único mundo
tan de barro y estrellas,
tan ajeno y tan nuestro.