Para Anaí y Leo
Le dió la bienvenida al abejón de mayo y vió cómo la araña hacía un guiño de ojos para mostrar su forma estilizada.
A la hormiga y a la gota de agua que casi naufragaban en la lluvia, las rescató en un pétalo que fluía con sendas clorofílicas sombrillas. Al rayito de luz peleado con el sol le otorgó asilo verde de lineales hojitas.
Sacudió sus raíces riéndose a carcajadas con todas las lombrices, e irguió su tallo herbáceo para ofrecer fragancia altura y elegancia. Y todos sus afanes a la tierra susurra mientras el aire mece su blancura y glotones coleópteros, felices, se rascan la barriga en su corola.