En esa fase de la vigilia al sueño, cuando no puedo dormir porque una idea obstinada ocupa mi conciencia, empiezo a contar GRACIAS como se cuentan cabras. GRACIAS una, GRACIAS dos, GRACIAS tres; llego hasta GRACIAS diez para repetir el ciclo las veces que fuesen necesarias. Son GRACIAS así, en mayúsculas; y saltan como caprinas rítmicas y ordenadas. Me sucede, a veces, que a medida que me sumerjo en el descanso y aún con algo de percepción, me entero que las GRACIAS van desdibujándose, poco a poco, para tomar forma de fragmentos de arcoíris; mi mente se adapta al cambio a veces juguetona, a veces anhelante y, automáticamente, va uniendo uno a uno los pedazos coloridos ocupándose fluidamente en formar un arcoíris completo que empieza por el Polo Norte hasta llegar al Polo Sur. Me sosiega ese abrazo holográmico a mi planeta como si le invitara a dejar sus afanes. Cuando tengo suerte me duermo antes de llegar al paralelo 0 y el piloto automático de mi conciencia se rinde….y mi cuerpo descansa en las almohadas de sí mismo. Otras veces comienzo a unir mis pedazos de arcoíris por Groenlandia en el norte y, muy lentamente, me quedo dormida en Suramérica. Intentaré hoy pasar con mi arcoíris sólo océanos e iré surfeando olas y olas y olas…. no me gusta combinar continentes con mares para dormirme. Me puedo enredar y esto reactivaría mi vigilia.