Recuerdo en la casa de tablas
La casa familiar se llena de una luz titilante mezclada con el humo de la astilla de ocote despidiendo al último zancudo. Luz amarilla, entre discreta y ocre. Luz olorosa en la oscuridad que comienza para vernos, sentirnos, compartirnos, jugarnos. Correteo por las habitaciones, una larga con cinco catres en fila, dormitorio de las mujeres y otra más pequeña, con dos catres, donde duermen los varones. Juego al escondite con mis hermanas, la mayor y la menor. Sudo contenta, quizá es abril.
