He bendecido tanto
que estoy muy conmovida
y las palabras se hicieron melodías
que me acunan de noche
y, de madrugada,
despiertan muy quedo mi pupila.
Las personas se me entregan,
se me abrazan,
se me unen,
se me preguntan,
se me meten,
se me ofrecen,
se me alojan.
Tengo necesidad de conversar
con las hojitas sueltas y las flores
que, en ciernes, me cuentan de su vida.
¡Sin dudas estoy en el ojo de un torbellino de confluencias queridas!
El paisaje se ha quedado quietito
sólo el zinc corcovea, se acomoda, se estira.
Estoy lejos o aquí, vine o me fuí
hacia el camino de mi propio destino.