
Dorotea. Las ciudades y el deseo1. Italo Calvino
Miami y Atlanta son ciudades que no logro habitar y ni siquiera visitar, aunque me encuentre en ellas. Por magníficas me parecen ficticias como Anastasia, Dorotea o Despina, las ciudades-deseo de Italo Calvino. De ellas apenas percibo algo vago cuando el avión deja ver ese océano de luces si llego de noche, o de rascacielos, vehículos y edificios, si el vuelo es de día. Cuando regreso a mi casa en San José, me sobrecoge la sensación que he tenido un sueño brillante y sobre todo complejo.
No imaginé que en esas metrópolis revitalizaría mi identidad. Mis raíces nicaragüenses, tan precarias, apenas se hunden en las pocas personas que somos y especialmente en mi ochentera hermana mayor, su marido y sus hijas, y rebrotan en una camada de sobrinas-nietas que siendo oriundas de Estados Unidos las reivindican como suyas, las evocan en sus conversaciones y las disfrutan. Para mí quiere decir que mis orígenes no están circunscritos a territorios, quizá nunca lo estuvieron porque algo tienen que ver con estrellas lejanas y, es posible que, debido a eso, este pequeño relato tenga más sentido.